martes, 12 de abril de 2016

Hoy despierto de mi “Duermevela”


Después de cerca de doce meses de trabajo, he acabado de revisar la que será mi segunda novela: Duermevela. Cuando terminas un libro en el que te has volcado intensamente, albergas sentimientos contradictorios. En general predomina la satisfacción (y hasta el alivio) por haber concluido la historia que proyectaste tiempo atrás en tu mente. Habría sido fácil rendirse ante las primeras dificultades e interrumpir la escritura cuando no sabía cómo proseguir. Sin embargo, persistí en mi empeño y hoy puedo decir que mi novela es una realidad.

También resulta inevitable pensar que podrías haberlo hecho mejor. A menudo caes en la tentación de seguir repasando. Como digo Borges, si publicamos es para dejar de revisar. En la corrección he adelgazado el texto unas cuatro mil palabras, para un total de casi 41.000. Es más breve que Desconexión, que superaba las 50.000. Su extensión la sitúa en la artificial frontera entre novela y novela corta.

Todavía falta para que Duermevela se publique. Ya la he enviado a mi agente literario y estoy mirando algunos concursos, pero estas cosas llevan su ritmo, no siempre tan rápido como nos gustaría a los escritores. No hay prisa. También quiero dar las gracias a las personas que han leído la versión preliminar y me han ofrecido sus valiosos puntos de vista. Duermevela también es obra suya.

En cuanto al argumento de la novela, gira en torno al mundo de los sueños y al pasado del personaje principal, un periodista que echa de menos la época en que consiguió mayor éxito profesional y, al mismo tiempo, reniega de ella. No creo que el protagonista genere demasiadas simpatías, pero he procurado darle suficientes matices y contradicciones para despertar el interés del lector. Los más curiosos pueden leer algunos fragmentos en entradas anteriores    

Desde un punto de vista técnico, Duermevela es más compleja que Desconexión, empezando por la introducción de diferentes narradores. Lograr que las voces se distingan y posean personalidad propia ha sido una de las partes más difíciles. Además, el protagonista experimenta una evolución muy marcada que no solo se observa en sus actos y pensamientos, sino también en su forma de expresarse.   

He modulado la estructura, alternando entre el pasado lejano del personaje, el cercano y el presente. Me he complicado un poco la vida para cuadrarlo todo y que no haya incoherencias, pero no de manera gratuita sino con intención de provocar un efecto especial en el lector. Algunas de las escenas se basan en hechos que ocurrieron de verdad y también se mencionan personas famosas, desde políticos como Esperanza Aguirre y Pablo Iglesias hasta actrices como Penélope Cruz, a los que he convertido en personajes secundarios.

Mis fuentes más recurrentes han sido Salvemos Telemadrid (ya que el periodista trabaja en los medios públicos madrileños durante la mayor parte de su carrera) y el llamado Club de los Onironautas, que me ha resultado muy útil para recrear las escenas oníricas. Los sueños siempre han sido una de mis obsesiones. Para mí la literatura es una forma diferente de soñar. Por ello quería que tuvieran mucho peso en la trama, junto con la profesión periodística y sus miserias que, por desgracia, he experimentado algunas veces en primera persona y que también quería reflejar. Estos son los dos temas principales, aunque tampoco pude resistirme a la tentación de incluir un juego metaliterario que, confío, agradará al lector.

Respecto al futuro, creo que la novela es mi género predilecto y estoy convencido de que Duermevela no será la última que escriba. Sin embargo, en los próximos meses me apetece retornar al género del cuento. Tengo ideas para varios relatos y, si considero que hay buen material, me plantearé publicar un segundo libro de cuentos, después del debut literario que supuso Juicio a un escritor. Pero eso lo iré contando poco a poco, en el blog y en las redes sociales.