viernes, 31 de enero de 2014

¡Os presento mis libros!

Mientras sigo recibiendo opiniones de la novela y puliendo detalles antes de enviarla a editoriales y concursos, me ha dado por echar la vista atrás y repasar mi todavía breve carrera literaria (tan breve que sería osado llamarla carrera a estas alturas; dejémoslo en avance, pre-impresión). En la imagen veis todos los libros de papel (si es que no he perdido o se me ha escapado alguno) en los que he participado. Cada uno tiene su propia historia, su significado y su simbolismo. De la mayor parte no soy el único autor, pero al menos he contribuido con un artículo, un poema o un relato. Dejadme que os hable de ellos.
 
 
Quizá el más conocido sea el libro de cuentos que publicó el Gobierno de Aragón en el año 2012, cuya edición digital sigue disponible en su página web para su lectura gratuita: Juicio a un escritor. Esta obra ha sido sin duda la más relevante para mí, por el número de ejemplares que recibí y por la cuantía del premio que me concedieron. Ha sido mi tarjeta de presentación cuando me he dirigido a editoriales, concursos o medios de comunicación (e incluso una buena excusa, presentada en forma de regalo, para animar nuevas o viejas amistades). Siempre le guardaré un cariño especial porque dio a mi vocación literaria un sustrato físico, una fuerza vital que es difícil extraer del ciberespacio.
  
Mi publicación más reciente ha corrido a cargo de Mecenix, que me ha propuesto publicar uno de mis libros,  financiado en parte por ellos y en parte mediante el sistema de micromecenazgo. Es una opción que no descarto por completo, pero no termina de convencerme el sistema, así que por ahora no les he enviado ninguna proposición. También he publicado un par de historias en recopilaciones de cuentos más o menos olvidadas, pero que en su momento me hicieron bastante ilusión por suponer mi debut en papel, esa piel blanca que da forma a los libros y que, desde la irrupción del paradigma digital, ha perdido parte de su carácter sagrado.
 
Además publiqué un artículo en el que reflexionaba sobre la educación en la obra que conmemoraba los 75 años de existencia de mi instituto. En cuanto al azul pequeñito que veis a la derecha, es mi libro de poemas (muchos podéis leerlos en el blog). Apenas edité unos pocos ejemplares, y tal vez no merezcan mayor atención, pero también son importantes para mí, en tanto que reflejan ideas y sentimientos que no supe ni quise expresar de otro modo.
 
Espero que, con el tiempo, se sumen nuevos integrantes a mi familia de libros. Solo el tiempo y los lectores dirán si soy un buen padre para ellos.         
 
 
 
 

 

viernes, 24 de enero de 2014

¿Desconexión?

Escribo esta entrada principalmente para agradecer todos vuestros comentarios sobre la novela. Me están ayudando a detectar fallos, a corregir erratas, a aprender sobre literatura, sobre el lenguaje e incluso sobre tecnología.
 
Tengo tendencia a improvisar cuando escribo, dejándome llevar por palabras, personajes e ideas. De esa manera me siento más libre. No me gusta sujetarme a estrictas reglas autoimpuestas. Pero a veces la improvisación conlleva dificultades. Como no visualizo con precisión la estructura de la novela antes de empezar a escribir, es fácil que caiga en incoherencias. O que, por miedo a cometerlas, no me atreva a desplegar recursos literarios interesantes.
 
Cuanto más tiempo dedicas a la escritura, más exigente eres contigo mismo. Muchos escritores no publicaron su primer libro hasta después de cumplir cuarenta años. Yo tuve la oportunidad de hacerlo con poco más de veinte gracias a un concurso para jóvenes aragoneses, aunque se tratara solamente de un puñado de relatos que podéis leer aquí: "Juicio a un escritor"
 
La obra que he concebido ahora es más ambiciosa. Se dice que todos los libros están condenados al fracaso desde la primera palabra, pues nunca serán tan buenos como al autor le habría gustado. La honrilla literaria consistiría en fracasar de la manera más digna posible. Quizá sea una afirmación demasiado radical, pero algo de cierto hay en ella. Escribir es muy difícil y por eso aprecio tanto vuestra ayuda.        
 
He descubierto varios concursos y editoriales a los que enviar mi obra, pero voy a esperar un poco para seguir puliendo detalles y recibiendo más propuestas. Una amable lectora me ha sugerido que cambie el título por “Desconexión” y estoy pensando seriamente en hacerle caso. Creo que tiene más fuerza que “Desconectados”. Desconexión es la palabra que mejor define el estado del protagonista cuando pierde Internet y se da cuenta de que debe cambiar el rumbo de su vida. ¿A vosotros cuál os suena mejor? ¿Se os ocurre un título diferente?
 
Reitero mi ofrecimiento de enviar la novela en formato PDF a cualquier interesado, por supuesto sin coste alguno. Todas las críticas me sirven, en especial las más duras y mejor argumentadas. Aunque se supone que el autor del libro es único, medios como los blogs y las redes sociales permiten al escritor ampliar el elenco de colaboradores más allá de lo imaginable, de modo que el resultado final es, en cierta forma, una obra conjunta. Me gustaría que los lectores habituales os sintierais partícipes de mi trabajo.
 
Una vez más, gracias a todos por ser las columnas que sostienen mis sueños y también la rienda que sujeta mis desmanes. ¡Un fuerte abrazo!  

viernes, 10 de enero de 2014

¡Novela terminada!

Estoy muy contento porque, después de aproximadamente año y medio de trabajo, con algunos parones voluntarios y otros forzados… ¡he terminado de revisar mi novela! No voy a llorar de la emoción, pero casi: aunque siempre quise escribir una desde que era pequeño, ya fuera por falta de habilidad, ideas o constancia nunca había acabado una obra larga que me dejara satisfecho. En esta ocasión creo que, al menos, vale la pena mostrar el resultado y someterlo al juicio de los lectores.
 
Os he estado dando la brasa con la novela desde hace meses y he publicado fragmentos en el blog que podéis releer, aunque ya los he modificado en parte. http://cgamissans.blogspot.com.es/2012/10/desconectados.html
 
Debo confesar que me he divertido en el proceso de revisión. A veces resulta doloroso eliminar páginas enteras, pero nunca hay que jugar con la paciencia del lector ni con su valioso tiempo. También he añadido detalles importantes que, en mi opinión, le dan más sentido y verosimilitud a la trama. Os recuerdo que el punto de partida es el fin de Internet, con todas las consecuencias que ello implicaría especialmente en un adicto a la red, como es el joven protagonista, Ricardo Expósito Duarte.
 
La novela pretende ser una reflexión sobre Internet (al final he decidido escribirla con mayúscula siguiendo el consejo de la RAE) y también sobre la literatura, ya que el personaje principal encontrará en ella una vía de escape. Incluye elementos de crítica social y bastantes digresiones. El tono general es reflexivo, pero lo he aligerado en la revisión para que no se haga pesado (también hay toques de humor). El texto se concibe como una “novela autobiográfica o una autobiografía novelística”, en palabras de Ricardo; es decir, se trata de la historia de su vida desde el momento en que Internet deja de existir.  Las autoridades afirman que la desconexión se ha producido porque la red no ha sido capaz de soportar tanta información, aunque los personajes tienen sus propias sospechas y teorías. Pero tampoco quiero destriparos el argumento, tendréis que leer: P
 
Ahora empezará otra aventura: buscar el mejor modo de publicarla, ya sea mediante un concurso, una editorial, la auto-edición… no descarto ninguna alternativa y las estudio todas. Pero no tengo prisa. Estoy seguro de que, a pesar del tiempo que he dedicado a su revisión, la novela contiene fallos. Por eso, si alguno de los lectores del blog siente curiosidad por leerla, se la enviaré gustoso a su correo electrónico o al medio que me indique. Todavía estoy a tiempo de modificar cosas, así que me interesan todas las opiniones que pueda reunir. No existe el libro perfecto, pero se agradece cualquier colaboración que ayude a mejorar el resultado final.
 
Una vez más os agradezco vuestro tiempo y vuestro apoyo. La escritura es una actividad solitaria y saber que hay alguien al otro lado ayuda más de lo que os podéis imaginar.     
 

lunes, 6 de enero de 2014

La figura del coach literario o corrector profesional

Hola a todos, espero que hayáis arrancado bien el año. Hoy os voy a hablar de otra de mis facetas. Como algunos sabéis, en ocasiones he ejercido de “coach literario”. Me gusta ayudar a otras personas a pulir sus textos, ya sean académicos, novelísticos o de cualquier otro tipo. A veces lo he hecho por amistad y otras a cambio de una cantidad económica, que va en función del número de palabras del escrito. Es un trabajo grato porque me apasiona el lenguaje. Ahora tengo un logotipo que me representa en esa faceta, como podéis ver en la imagen (es una fotografía del móvil, pero os hacéis una idea). Pretende transmitir la idea de acompañarte en el proceso de escritura. Si os apetece enviarme algún documento para que lo lea, por favor escribidme a carlos-albertogl@hotmail.com.
  

Sin embargo, soy consciente de que me falta muchísimo por aprender. Solo me siento capaz de asistir a personas con poca experiencia o que carecen de tiempo o voluntad para revisar ellas mismas sus textos. Se trata de una tarea compleja porque hay muchos aspectos a considerar, desde la comprensión y verosimilitud del texto hasta la puntuación, pasando por el empleo de recursos literarios en caso de ser procedentes.
 
En mi opinión es fundamental que el propio autor revise sus textos, pero sirve de ayuda que otros ojos entrenados los lean con tranquilidad. Por ello estoy planteándome enviar mi novela, que estoy a punto de terminar, a unos cuantos lectores amigos para que me den su opinión. Sin embargo, también creo que con frecuencia los servicios de corrección se cobran demasiado caros. Sabemos que es difícil ganar mucho dinero con un libro (por suerte, no es la única satisfacción que proporciona). Si a eso le sumamos el gasto adicional de contratar a un corrector, las cuentas pueden incluso salir negativas. Por ello mi tarifa por palabra es bastante ajustada.  
 
¿Vosotros qué pensáis de la figura del corrector? ¿Es necesaria o prescindible? ¿Debería ser más asequible? A los que escribís, ¿os habéis planteado recurrir a ella?