jueves, 5 de junio de 2014

El rostro de un amigo


Cuando me encuentro por la calle un rostro

que creo conocido,

me equivoco al pensar que me equivoco.

No lo conozco, es cierto.

No sabe mi nombre ni yo el suyo. 

Pero en él me ha parecido vislumbrar

el rostro de un amigo.

No podemos fingir que no ha pasado nada.

Nos hemos mirado… y nos hemos visto.

 

Puedo olvidarlo, claro,

igual que puedo olvidarme de mí mismo:

tampoco ocurriría nada.

Puedo seguir creyendo

en el patrimonio exclusivo de mi cara.

Pero ignoraría la esencia de un hecho:

modela nuestro rostro igual sustancia,

y al olvidar el tuyo

dejo un trozo de mí

caer con el recuerdo. 

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