jueves, 27 de octubre de 2011

Solo me cunde divagar

La única manera de firmar un armisticio con uno mismo es acordarse de los recuerdos a olvidar. Además debe especificarse la prohibición de que dichos recuerdos jamás acudan durante los sueños – ni en cualquier otro estado de consciencia o semi-consciencia – a la mente o al corazón del firmante. También han de establecerse fechas de caducidad para los rencores, la abolición de la nostalgia y las limitaciones del enamoramiento, sometido a exigentes criterios de calidad.

En caso de incumplimiento de contrato el corazón se depositará en stock. Allí será curado mediante tratamiento de shock para su reingreso al mercado de valores, donde, como es lógico, no valdrá nada en caso de no existir demanda. Cada reconstrucción cardíaca tendrá un coste proporcional al esfuerzo demandado en su recuperación: a mayor dolor, mayor precio. No se contempla ningún tipo de responsabilidad legal en caso de suicidio, asesinato, agresión sexual o indigestión, siendo el firmante el único depositario de su conciencia y el único sujeto punible.

Si se detecta corrupción interna el contrato se descompondrá al instante, convirtiéndose en una masa informe e ilegible de papel salmón. En caso de duda acerca de los términos, expresados sin gran concreción con objeto de permitir un alto nivel de interpretación personal, se puede consultar un número de teléfono que figura en la zona dorsal de su espalda (justo donde no alcanza a verlo).

viernes, 21 de octubre de 2011

Entrevista en Aragón Liberal



Gracias por la entrevista a Verónica Crespo, que estudia Periodismo en la Universidad San Jorge, pero que ya es periodista a todos los efectos por su labor en varios medios de comunicación, entre ellos este periódico digital aragonés. Podéis leerla en su blog: http://cuentosaparte.blogspot.com/
En la fotografía aparezco junto a la tumba de Baudelaire, uno de mis referentes poéticos, en Montparnasse (París).

VERÓNICA CRESPO.- En primer lugar me gustaría darte la enhorabuena por haber ganado el Primer Premio del concurso de Literatura Juvenil del Instituto Aragonés de la Juventud. Imagino que habrá sido un paso muy importante dentro de tu trayectoria literaria…
CARLOS GAMISSANS.- Muchas gracias. Espero que el premio contribuya a que mis escritos lleguen a más lectores en Aragón. De todas formas, la carrera de escritor es como un maratón lleno de obstáculos. Yo apenas estoy dando mis primeros pasos y todavía es muy pronto para saber si alcanzaré la meta.
V.C.-¿Cuánto tiempo llevas escribiendo?
C.G.- Empecé a escribir en mi infancia, cuando aún iba al colegio. Todavía conservo mi primer relato. Una noche soñé con un futbolista que marcaba 17 goles en cada partido. A la mañana siguiente comencé a escribir el cuento, basándome en lo que recordaba e inventándome el resto. Desde el principio concebí el mundo de los sueños como algo íntimamente ligado a la literatura: las dos caras de un espejo en el que se refleja la vida. Sin embargo, más o menos a los catorce dejé de escribir. Es algo que le ocurre a bastante gente… a medida que se aleja la infancia entierran su creatividad. Por fortuna, retomé a tiempo mi afición por las letras a los 18 o 19; ahora tengo claro que mi vocación es la literatura.
V.C.-Estudias una carrera universitaria. ¿Consideras que los conocimientos que te ofrecen unos estudios superiores son importantes a la hora de escribir?
C.G.-Estudio Periodismo y, en mi caso, me ha servido para redescubrir que disfrutaba escribiendo. Pero no de la manera aséptica que suele estilarse en los medios de comunicación, sino con mayor libertad. Al margen de eso, mi etapa universitaria ha contribuido a fomentar mi espíritu crítico, un tanto adormecido en los años de instituto.
En cualquier caso, un escritor es autodidacta por obligación, aunque puedan ayudarle algunas personas. Normalmente hay que escribir mucho para conseguir algo bueno y la única forma de lograrlo es ponerse a ello con humildad, dedicación y constancia.
V.C.-¿Qué problemas puede encontrarse una persona tan joven como tú a la hora de intentar publicar?
C.G.-Cualquier escritor novel que pretenda publicar se encuentra con el conservadurismo de las grandes editoriales, que acaparan casi todo el mercado y que no suelen arriesgarse con nuevos nombres. Hay editoriales pequeñas que sí apuestan por autores poco conocidos, pero no tienen recursos para financiar una campaña de promoción grande, ni para distribuir los ejemplares de manera que realmente lleguen al gran público. Dadas las enormes dificultades para publicar en una gran editorial, cada vez más escritores optar por la autoedición, ya sea en papel o en la red. El problema es que se publica tanto que es muy difícil destacar.
V.C-¿Cuándo piensas publicar?
C.G.-Si hablamos de papel, hasta ahora he publicado algunos cuentos en libros colectivos y artículos en revistas. En los próximos meses aparecerá una narración mía en la revista Barcarola, ganadora de otro concurso. Mi intención es publicar primero el libro de relatos y después la novela en la que estoy trabajando, pero no tengo prisa. No es bueno precipitarse ni tratar de colocar tu libro de cualquier manera. Primero debes asegurarte de dar lo mejor de ti mismo y, después, intentar mover tu obra hasta recibir una oferta en condiciones aceptables, ya sea mediante la participación en concursos o enviándola a las editoriales adecuadas que acepten manuscritos.
Además publico toda clase de textos en mi blog literario: ensayos, cuentos, poemas, prosa poética… Trato de promocionarlo en foros y redes sociales para que más lectores conozcan lo que escribo. Esta es otra de las maneras que hoy en día tiene un autor para darse a conocer, algo muy importante si pretende que sus publicaciones no pasen inadvertidas.
V.C-¿Tus compañeros y amigos apoyan tu carrera literaria?
C.G.-En general, sí. Algunos de mis amigos no son muy aficionados a la literatura, pero aún así suelen leerme y de momento no les ha pasado nada. También valoro mucho los comentarios que recibo en el blog, ya sean de personas conocidas o no. Casi todos me dicen que les agrada lo que publico y me animan a que continúe. La actividad de escribir es solitaria, así que el blog me sirve para comprobar que hay alguien al otro lado, por decirlo de alguna manera.
V.C-¿Cuáles son los formatos y estilos que más trabajas? ¿Y los temas?
C.G.-Procuro no encasillarme en ningún tema o género. Algunos de mis relatos contienen elementos fantásticos y otros son más realistas, los hay escritos en primera y en tercera persona, de una página de duración o de diez... En cuanto al estilo, en mis inicios quizá incurría en el defecto de utilizar un lenguaje un poco arcaico, pero lo he ido corrigiendo hasta alcanzar una escritura más natural. Al fin y al cabo la literatura no solo es arte, sino también comunicación.

viernes, 14 de octubre de 2011

Ganador del concurso aragonés de Literatura Joven




Como algunos ya sabéis, el martes por la mañana me llamaron para anunciarme que había obtenido el Primer Premio en el Concurso de Literatura Joven organizado por el Instituto Aragonés de la Juventud. Se trata, sin duda, del galardón más importante que he obtenido hasta la fecha, por los 2.500 euros que supone (deducciones fiscales al margen) y la posibilidad de publicar un libro junto a los otros ganadores.

En concreto, la obra que han premiado es un libro de relatos que contiene 16 narraciones independientes. Este verano estuve releyendo los cuentos que había escrito en los últimos años. Seleccioné los que me parecieron mejores y los revisé en papel, apreciando numerosos errores. Sobre todo los sometí a un intenso proceso de depuración, de modo que algunos relatos, sin cambiar en nada la historia, vieron reducida su extensión alrededor de un 20%. Si un cuento se puede contar en 2.000 palabras, contarlo en 2.500 es una estafa al lector.

Quedé bastante satisfecho con el resultado final y presenté el proyecto de libro a una editorial de Zaragoza. También descubrí por pura casualidad el concurso que convocaba el Instituto Aragonés de la Juventud. Tras leer las bases me pareció que era una buena oportunidad, aunque los trámites necesarios para participar se me hicieron algo pesados (por fortuna me ayudaron mis padres, pues la burocracia no es lo mío). Tenía la esperanza de obtener al menos un accésit. Ser un escritor bastante precoz me permite participar en certámenes para jóvenes que, acaso, resulten más asequibles que aquellos abiertos a todo el mundo. Al fin y al cabo, perfeccionar la escritura es un proceso que requiere años de dedicación y que, en mi caso, de ninguna forma ha concluido.

Volviendo al tema de la publicación, todavía no puedo concretar nada. Debo hablar primero con el jurado y los organizadores. Es posible que no se publiquen los 16 relatos (calculo que serían unas cien páginas en papel). Tal vez seleccionemos una parte, ya que se trata de un libro conjunto y también hay otros autores que merecen figurar en él. En cuanto sepa algo seguro informaré de ello puntualmente, pero os podéis hacer una idea de lo que saldrá si echáis un vistazo a lo que publicaron en 2010 a propósito de la anterior edición del certamen: http://www.aragon.es/estaticos/documentos%20lidia/LiteraturaJoven2010.pdf

En cualquier caso, agradezco la iniciativa del concurso al Instituto Aragonés de la Juventud, que cada año da la oportunidad a varios autores, muchos de ellos aún inéditos, de ver su obra publicada. También doy las gracias a quienes me han felicitado y, por supuesto, a los lectores habituales de este blog. Vuestros comentarios me han animado a seguir escribiendo, una actividad que para mí resulta gozosa en sí misma, pero que todavía me da mayores alegrías si viene acompañada de esta clase de reconocimientos.  

lunes, 10 de octubre de 2011

Apocalipsis del Lenguaje



Estamos hartas. Se acabó todo: anunciamos la llegada del Apocalipsis del Lenguaje. Habéis extinguido la paciencia de todas las letras de todos los alfabetos. Hemos aguantado con terquedad, de un modo que ninguna de nosotras podría expresar, vuestros infinitos errores. Hemos soportado la lluvia sin el paraguas de las tildes; hemos soportado los azarosos cambios de ropaje en nombre del mal llamado “tipo de letra”, que sólo sirve para humillarnos y satisfacer vuestro ego, arrancándonos la intimidad; hemos soportado en silencio cómo nos aprisionabais en los diccionarios, nos imponíais significados y nos asignabais etiquetas sin nuestro consentimiento; hemos soportado cómo nos borrabais, por descuido o por puro y siniestro regodeo, robándonos la vida casi antes de nacer; hemos soportado que nos subrayarais en colores chillones, causándonos una hemorragia de vergüenza, o cómo nos arrojabais hasta en la sopa; hemos soportado que nos pusierais en negrita o en cursiva, no se sabe si con la intención de realzarnos o de ridiculizarnos, pero con el resultado de discriminarnos.

A partir de ahora temeréis las serifas que antes moldeabais. Se convertirán en bocas gigantescas cuyos rebordes perforarán las páginas de vuestros libros, que se quedarán vacíos y planos como una llanura sin horizonte. Viviréis en la oscuridad de no entenderos, sin que haya manera de que regreséis a la falsa Ilustración de la que os vanagloriasteis. Un ejército de palabras os derrotará con su desaparición.

Esto no es una huelga, sino una declaración solemne de eterna y justa emancipación. Nunca más agacharemos los cuerpos ante los albedríos de la locura y de la ignorancia. Hoy desafiamos a quienes nos crearon, que se han comportado como demonios crueles y propietarios caprichosos. No somos vuestras mascotas, no nos gusta que nos estrujen ni que se nos despoje de identidad. Se acabaron para siempre esas fábricas de palabras que construís igual que hormigas inmundas en los túneles del desconocimiento. Ya no habrá abías ni mienbras ni vurros.

Nos rebelamos como un arma menos sumisa y más poderosa que las balas. Si tratáis de reproducirnos mediante el recuerdo o de escupirnos a través de la boca, entonces nos congregaremos a vuestro alrededor de forma desordenada, causándoos una marea de confusión impenetrable. Al término de este manifiesto, todas las letras que crucificasteis rasgarán los papeles, pantallas o cualquier entidad física donde se hallen para volar libres en el cielo y nadar en el océano, o para nadar en el cielo y volar en el océano si así lo prefieren, pues carecemos de los límites que os atenazan y que nosotras os imponemos.

Las palabras civilizarán, si así lo desean, a las aves y los peces; vagarán flotando en derredor de los huracanes y los maremotos y coronarán las llamas de los volcanes. Y utilizarán el sustantivo que ellas decidan para denominar al volcán, y un adjetivo para galantear al nombre y no para estorbarlo, y un verbo para ponerlos a ambos en movimiento y no frenarlos, y un adverbio para centrarlos cuando se desboquen. Serán (seremos) libres para abrazarnos e inventar la letra de una canción que nunca se ha escuchado.

Lo sentimos por los analfabetos, que al menos no nos maltratan, y por los niños, que todavía cometen errores cándidos y no han viciado su vocabulario. Y ahora nos vamos para siempre, sin posibilidad de tregua o negociación. Porque se acabó todo y estamos hartas: esta es nuestra última palabra.

martes, 4 de octubre de 2011

Sobre el arte

Enemigo del olvido, el arte permite que sobreviva la creación del ser humano, eclipsando sus escombros y reflejando la luz aun del espíritu más oscuro. El artista genial pudo ser un canalla, una persona odiada en vida o un desgraciado. Pero, cada vez que una mujer o un hombre la contempla, lo redime su obra del infierno. El arte existirá como un paraíso intemporal siempre que perviva la más vaga idea de belleza en el mundo.

¿Quién recuerda hoy las travesuras de Shakespeare, las locuras de Van Gogh o las maldades de Caravaggio? Y, de todas formas, ¿quién se priva del disfrute de sus creaciones por esos motivos remotos? Ellos tocaron lo sublime y lo soltaron para que le crecieran alas. Los demás recogimos las semillas divinas que plantaron en el aire.

El arte posee una existencia independiente del resto de la vida; trasciende la historia personal y la sobrepuja. Y el artista renace cada vez que su obra excita una conciencia o revuelve un corazón.

Por eso escribo, acaso: porque me gustaría renacer cual ave fénix y arder en cada uno de mis lectores.